Desde niño he sentido interés por la cultura. Esto fue posible gracias a la educación que recibí por parte de mi familia y a las enseñanzas de unos cuantos maestros con los que tuve la suerte de coincidir durante mi etapa escolar, todos ellos amantes de la historia, el arte y la literatura. Nótese que los llamo «maestros» y no «profesores» porque, a mi parecer, el primer término contiene un significado más profundo. Y es que el maestro, además de trasladar el conocimiento verdadero a sus discípulos, vibra, ejerciendo su vocación con una entrega y emoción desbordantes.
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